sábado, 22 de agosto de 2015

Surfistas Taoístas

Cuando una mete en su maleta un bikini al lado de una chaqueta, unas sandalias al lado de calzado cerrado y el protector solar junto a un pañuelo para el cuello, sabe que se encamina hacia un mar de cielo caprichoso y que, por tanto, ha de incluir también una buena dosis de resignación o de aceptación, en su acepción más positiva.
Pero bendito sea el frío para estas carnes que han sudado este verano lo que su memoria no recuerda. Y bendita sea mi suerte y la alternativa al baño playero si consiste en disfrutar de este balcón desde donde, cual halcón, se precian mis ojos de recibir estampas como esta:
La estampa, el balancín en el que me siento, el movimiento de las olas, el estómago satisfecho, el viento que amaina, mis pensamientos en suspenso, mis ojos que se cierran y el ruido del mar distorsionando las escenas que me trae el sueño… Me encantan las siestas ligeras porque estás pero no; sabes que duermes pero te abandonas conscientemente a la inconsciencia. Eres espectadora de tus sueños pero, aún así, los vives con intensidad fugaz…
Despierto un rato después con pena por haber abandonado mis paisajes oníricos. El ruido y la presencia del mar persisten, para mi regocijo. Sin haberse activado aún todas mis funciones vitales me quedo observando a los surfistas desde mi atalaya. ¿Cuánto tiempo llevarán sobre la tabla? El vaivén de mi balancín se acopla con el vaivén de las olas. Todo a mi alrededor encaja en perfecta comunión. También mis pensamientos comulgan y se entretejen en estos momentos de almíbar y así concluyo que esa gente debe saber de taoísmo cosa mala. Sigo enganchada a la no-lectura de mis fieles libros chinos1 de este verano que tanto me están enseñando, por eso su sapiencia actúa sobre mi realidad como el filtro de unas gafas con cristales coloreados.
En mis libros se dice que la perseverancia y la paciencia son dos de las cualidades virtuosas que caracterizan al noble. Bajo esa definición, no puedo más que calificar ahora mismo de perseverantes y pacientes a estos nobles personajes de neopreno que tengo delante.
La perseverancia requiere la presencia de un objetivo: La Ola. Pero recuerde el lector que no debe incumplir la ley del soslayo de hace algunos posts: no nos imaginaremos a un surfista yendo como loco a la captura de una ola, obcecado con su objetivo, no; deberá permanecer en su sitio, esperando, preparándose y sabiendo disfrutar y aprovechar todos los pasos que componen el proceso: la espera, el entrenamiento sobre la arena, las tentativas fallidas sobre las olas que no eran las adecuadas, compartir la experiencia con el resto… Ésa es la perseverancia. Si no es así, si desdeñamos los momentos que no son aquellos en los que estamos en la cresta de la ola, dejamos la puerta abierta a la frustración, al desaliento y al desgaste.
¿Y la paciencia? ¿Te imaginas a un surfista subiéndose a la tabla antes de que llegue la ola y arreando a ésta como si su voluntad fuera suficiente para acelerar el movimiento de todo un océano? La paciencia implica la humildad de asumir que cualquier asunto, por más que te prepares, requiere su justo momento.
Pero yo estoy en una latitud distinta a la mía y la presión atmosférica sobre mi cabeza es mayor de lo normal; mi balancín no se ha dejado de mover y los ojos vuelven a pesarme. Antes de perder la consciencia de nuevo me asalta otra cualidad que debe adornar al noble surfista: la retirada. Y es que bueno es prepararse y esperar el momento adecuado para alcanzar el objetivo pero también es importante echarle un ojo al entorno y reconocer si las condiciones van a ser propicias para ello. Así, un mar demasiado calmo o demasiado bravo puede hacerle perder a un surfista una tarde preciosa que podría invertir en cualquier otra cosa. Acaso en darse cuenta que el surf no es lo suyo, quien sabe. La retirada también implica la humildad de reconocer que hay cosas que no te corresponden.
Me lo debería aplicar porque ¿qué hago yo aquí divagando sobre surf y taoísmo si no tengo ni idea ni de lo uno ni de lo otro? Me retiro, por tanto, pensando que ojalá y todas las retiradas fueran tan dulces como la que perpetro. Que abandonar una idea que te obsesiona y que no te corresponde fuera igual de fácil como abandonarse a los brazos de Morfeo sobre este balancín y ante este escenario al que tengo la suerte de acudir cada año.

1.: Publicaré la bibliografía próximamente por si a alguien que por aquí pase le interesa.


4 comentarios:

  1. ¡No te retires, por favor! Porque tú dirás qie no tienes ni idea de surf y de taoísmo, pero yo te leo, te escucho, y ma dan ganas de que me enseñes a esperar las olas y de ser tu pequeña saltamontes. Me reconfortas. Me quitas la mugre de las gafas; por lo de desdeñar los valles de las olas, y muchas otras cosas.
    ¡Bibliografía!

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    1. Ya sabes que esta tierra se hace gala del "cansinismo"... no, de momento no me retiro de aplicar dosis de taoísmo personalizado... me calculo otro par de posts.
      ¡Y muchísimas gracias, pequeña saltamontes! Para la próxima enseñanza te daré una pista: el pequeño (precisamente) saltamontes está dentro del puño que se mueve.
      Muas

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  2. Yo no voy a leer tu bibliografía,porque me encanta la idea de que hay por ahí unos misteriosos "libros chinos" que solo tú puedes interpretar como lo haces.Y prefiero saber de esos libros chinos cuando pasan por tu filtro y me los explicas.Como lo de esperar a que salga la peli,ya sabes.1beso grande.

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    1. ¡Ay qué ilusión! ;)
      Muchas gracias, mi guapa! Si publico la bibliografía te lo aviso y lo censuramos.
      ¡¡Besazos!!

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