miércoles, 6 de mayo de 2015

La casa de Unishma. La casa de Binay. Ayudando a dos amigos nepalíes.

La Casa de Unishma
Unishma Dahal tiene doce años. Recuerdo que estaba en la puerta de la casa de sus abuelos cuando la conocí el pasado Diciembre en el viaje que hice a Nepal. Aquella visita que iba a ser rápida, se convirtió en un ejemplo de hospitalidad para todos nosotros. En la terraza, mientras que su abuela preparaba comida para seis extranjeros, ella se sentó a mi lado y con un nivel de inglés que para mí lo quisiera me fue contando que le gustaba estudiar y que su asignatura favorita era precisamente el inglés.
Gracias a que anoté el facebook de su madre he podido mantener el contacto con Unishma todos estos meses. En este tiempo me ha contado que ve a su padre cada dos años porque trabaja en Arabia Saudí para mandarles dinero y que así su hermano y ella puedan estudiar. A pesar del esfuerzo, sólo se podían permitir una casa llena de grietas en la que la familia vivía siempre con miedo a que se les viniera abajo.
El pasado día veinticinco le mandé un mensaje cuando aún no sabía el alcance del terremoto que acababa de sacudir su país. A las tres horas, que a mí se me hicieron eternas a medida que me llegaban más y más noticias del desastre, Unishma me contestó diciéndome que casi mueren y que su casa se había destruído. Acompañó el texto con un emoticono lloroso que, cómo son las cosas, casi me mata de la ternura.


La Casa de Binay
A Binay Tamang lo conocimos en Dhulikhel. Venía para trabajar de porteador de una de nuestras mochilas pero en seguida fue uno más. Veintisiete años aunque aparentaba menos. Mientras que toda nuestra ropa se apellidaba “técnica” y nuestras zapatillas estaban diseñadas para el ultra-agarre en montaña, Binay se pateó todas nuestras rutas con sus vaqueros, su jersey y sus zapatillas de calle. Hecho un señor. Discreto, quizá porque sólo se manejaba un poco en inglés, se mantenía siempre silencioso pero sonriente. Sentía su afecto cuando caminaba a mi lado y así, comunicándonos como podíamos me fui enterando que también para él era la primera vez que pisaba esas tierras, con la diferencia que no estábamos a muchos kilómetros del lugar donde él residía habitualmente: Bhaktapur. Allí dormía junto a otros compañeros en el mismo restaurante donde trabajaba. Y no dudaba cuando le preguntaba que qué tal estaba allí: bien. Binay siempre te decía sonriendo que estaba bien. Le mandaba dinero a su familia, que vivía lo suficientemente lejos de Bhaktapur como para que Binay no pudiera permitirse el lujo de ir a verlos todas las veces que quería.

También con él he seguido en contacto. Todas las veces que hablábamos me decía que nos echaba de menos, Laura Didi*. A veces me mandaba mensajes de voz entonando canciones típicas de Nepal, y es que Binay canta muy bien.
El sábado veinticinco le mandé el mismo mensaje que a Unishma, pero no fue hasta tres días después que supimos que estaba bien. Esos tres días todos nos aferramos como koalas a la idea de que la comunicación tras el terremoto estaba muy mal, pero yo veía imágenes de cómo había quedado Bhaktapur y me ponía mala.
Cuando por fín hablamos recibí un calco del mensaje de Unishma: Estamos bien, Laura Didi, pero nuestra casa se ha destrozado.

Gracias a Unishma y a Binay hemos podido conocer que la ayuda que les llega del gobierno o de las ONG’s es escasa. Unishma me cuenta estos días que a su familia sólo le han dado una pequeña tienda de campaña, dos paquetes de fideos y uno de arroz. Llevan ya más de una semana viviendo en esa tienda. Su padre, que ha vuelto de Arabia Saudí, está buscando una habitación de alquiler en algún lugar próximo para que su familia se resguarde de las lluvias del monzón, que comienzan en Junio.
Conociendo estos detalles, el grupo de los que la pasada Navidad fuimos a Nepal vamos a ayudar directamente a Unishma Dahal y a Binay Tamang para colaborar en la reconstrucción de sus casas. Nos dicen que, entre otras cosas, será necesario comprar unos 15000 ladrillos. Cada uno cuesta doce rupias, que supone un total de 180000 rupias. Casi 1600 euros sólo en los ladrillos.
Hemos decidido abrir esta iniciativa a todo el que quiera colaborar en la compra de los materiales, pues han sido muchos los que nos han ofrecido su ayuda. Perdonad la demora pero queríamos recopilar en primer lugar toda esta información y no ha sido fácil dadas las comunicaciones, el desfase horario y la localización de nuestros amigos.
Todo lo que se recaude llegará integro a las manos de estas dos familias nepalíes. Estamos en comunicación con ellos porque el monzón llega pronto y queremos saber cuándo será posible la reconstrucción. El envío de dinero se realizará en el momento en que vayan a comprar los materiales.
Si quieres ayudar, mándame un correo a escrituracurativa@gmail.com y te cuento más detalles de cómo hacerlo.
Muchísimas gracias.

*En Nepal se le llama de forma cariñosa Didi a las mujeres que son mayores que tú.

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