viernes, 19 de diciembre de 2014

Conversaciones Internas. El Guardián de la Torre

Ubicación: lugar indeterminado cerca del área pectoral.
Se escuchan voces al otro lado de la coraza emocional:

 -…¿Entonces Laura no puede salir?-
- No. Me ha dicho que está muy ocupada, pero gracias de todos modos-.
- Pues qué pena. El recorrido ha sido pelín largo-.
- Si. Qué pena. Bueno, adiós-.
- ¿Otro?-.
- Si, otro, pero ya lo he despachado. ¿Quién se ha creído que es…?-.
- [Suspiro lánguido]-
- ¿Y tú qué haces? Ah, estás escribien… ¡¿Estás escribiendo?! ¡¿Estás escribiendo a tiempo real ESTA CONVERSACIÓN?!-.
- Pues… si-.
- ¿Pero a mí? ¿A MÍ se me hace esto? ¿A mí también? ¿¿Cómo me puedes poner a la altura de Estrés, de Masajeador del Ego o hasta de Hijoputísima Trinidad??-
- Pues ya ves Guardián, en cuanto os pongo cara ninguno estáis a salvo de un poquito de exorcismo literario-.
- Sé razonable, Laura. Ya quedamos en su día que yo sería tu fiel servidor. Te protegería de todo mal y haría de ti un ser cuasi infalible en sus emprendimientos-.
- Bueno, la verdad es que no soy muy consciente del pacto ése que dices, pero tengo que felicitarte porque has hecho muy bien tu trabajo. Sin rencor ni ironía, ¿eh?-
- Entonces, ¿a qué viene esta exposición?-
- ¿De verdad quieres saberlo?-
- Pues sí, claro-.
- Voy a intentar explicártelo con imágenes. No creas que es fácil encontrar en el vasto Internet algo que se asemeje a mis paisajes oníricos pero bueno, ya que insistes, aquí está una aproximación al resultado de tu labor tal y como se proyecta en la pantalla de mi mente-.
 
 - Pero bueno, ¿y eso qué es?-
- Ésos somos tú y yo-
- ¿Y por qué me imaginas con trenzas?-
- No, hombre, esa no eres tú. La de las trenzas soy yo pero en rubia-.
- ¡¿ME VES COMO UN DRAGÓN?!-
- No exactamente. Ya te he dicho que Internet será muy prolífico en imágenes pero desde luego no tiene un archivo específico de todo lo que se me pasa por la cabeza-.
- Menos mal, ¿y cómo soy para ti, entonces?-
- Ejem, si. En mi mente y, aunque tengo que decir que últimamente te veo más difuminado, eres más o menos así:
 
 - Lo estamos apañando… -
 - Lo siento-.
- Pues la verdad, que tampoco sé de qué te quejas. Mira, ven que te recuerde mi labor: lo que somos capaces de hacer tú y yo juntos. Mira donde vivimos. La torre, según tú. Mira qué preciosidad. Mira los acabados tan impolutos. Mira lo grande que se ha puesto la enredadera que sembré hace dos primaveras. Mira qué limpio está todo… ¿Por qué no te gusta?-
- No, pero si es precioso…y acogedor. Y está todo bien cuidado pero ven que ahora te quiero enseñar yo algo. Asómate a la ventana de la torre, ¿qué ves?-


- Pues veo… veo lo que tú. Un paisaje precioso. Verde. Unas lomas hermosísimas-.
- Yo también veo un paisaje de cuento de hadas, pero ¿no notas nada?-
- No, para mí está perfecto-.
- ¡¿No te llama la atención que… ESTAMOS AQUÍ MÁS SOLOS QUE LA UNA?!-
- ¿Cómo que solos? ¿Acaso no viene gente de vez en cuando, como el mancebo de antes?-
- ¡Pero si lo has echado sin presentármelo siquiera!-
- Es que no era digno de ti, ya te lo he dicho. Y además, también para eso estoy yo aquí, para filtrar-.
- Más bien dí, para sellar la puerta con soldadura de cordón-.
- Me dirás ahora que no he dejado que te vayas de vez en cuando a explorar mundo…-
- …Pero me atas tan corto que a la mínima ya me estás dando voces desde la torre para que vuelva… y esto no puede seguir así. Si al menos estuviéramos más cerca de la civilización, todo sería más divertido. No tenemos por qué vivir siempre en esta torre. Podríamos alquilar un loft, por ejemplo. O algo que no imponga tanto respeto, ¿no? Tú quizá encontrarías una Guardiana, quién sabe. O un grupo de amigos guardianes con los que echarte unas risas de vez en cuando y yo… yo podría visitar otras torres, otras casas más tranquilamente. ¿No te parece buen plan?-
- Yo estoy muy a gusto aquí. Además, quién sabe los peligros que pueden estar acechándonos más allá de las lomas. ¿Dónde vamos a estar mejor que tranquilitos en este lugar?-
- Estoy un poco harta de estar tranquilita. ¿Sabes? Además, estoy pensando salir fuera quieras o no. Hacer un viaje largo. Hacer un viaje lejos-.
- ¿Cómo de lejos? No me irás a decir que vas a traspasar las lomas…-
- Estoy pensando, ya que estamos dentro de paisajes inventados, en ir al reino de Muy-Muy-Lejano. Como Shrek-.
- ¿¿¿¿A Muy-Muy-Lejano???? Estás loquísima. Allí sí que dicen que hay dragones. Y que la gente muere después de que el cuerpo se les llene de pústulas supurantes nada más ponerse en contacto con su atmósfera. Que por sus calles, corrientes putrefactas de un líquido indescriptible descomponen todo cuerpo a su paso. Que en cada rincón hay mafias de trata de blancas que capturan a…-
- … Vale, vale… ¿Y dónde has escuchado eso? ¿En La Torre –News? Venga Guardián, si no sales de aquí-.
- Era mi deber retenert…digooo, protegerte-.
- Pues lo siento. Si hay de todo eso por ahí, quiero verlo con mis propios ojos. Además, que no te estoy consultando. Ya está decidido. Ya tengo la mochila preparada, las zapatillas de trekking listas, el frontal, pastillas potabilizadoras y un cuadernito precioso para apuntar las anécdotas que me ocurran-.
- … o las desgracias…-
- No pienso escucharte. Adiós Guardián. Me voy. Muy-Muy-Lejano me esperaaaa-.
 
Igualito pero en morena y con mochila

  - Está bien, Laura. Vete si quieres. Corre tan rápido como puedas Sólo espero que tengas presente que en éste, como en cualquier pasaje onírico, todos los personajes son TÚ. Yo también soy tú. Poner distancia física no es la solución para separarse de mí-.
- Lo sé, pero por algún sitio habrá que empezar-.


 - The End -

Y mientras que probablemente escuches la melodía que pone fin a esta entrada, te cuento que si alguna conclusión he sacado este año de estos diálogos delirantes, es que lo que mejor funciona para poner distancia verdadera entre los humanos y sus monstruitos es el HUMOR.
Mandaré postales desde Muy-Muy-Lejano. También a Guardián, pobre. O quizá resulte que llegue allí y Shrek tenga Wifii, en ese caso podré contarte en forma de entradas bloguiles cómo se las gastan los personajes de los cuentos. Total, hablar con ellos no debe ser muy diferente a hacerlo con entidades emocionales diversas.
Gracias por pasarte por aquí.
¡Y FELIZ 2015!


miércoles, 3 de diciembre de 2014

La Física Cuántica y la Vida. Autoconocimiento vs Principio de Incertidumbre

Imagina que una parte de tu vida está gobernada por el regomello y que, aunque supuestamente vas siguiendo el curso normal de los aconteceres, dicho regomello te impide vivirlos de frente y con plenitud.
Imagínate que un día te hartas y decides enfrentarte a aquella cosa. ¿Te suena?
¡¿Cómo no te va a sonar?! Lo llevas leyendo varios meses en este espacio del cibermundo. Y sí, de nuevo hace falta casi la misma introducción que en los anteriores posts de esta serie para encontrar paralelismos con otro aspecto de la Cuántica.
Siento el cansinismo.
Sin demorarme de nuevo en historias que ya te he contado, sólo apunto que el yoga fue bálsamo para mí pero que no se trata sólo de yoga… Aquí de lo que se trata(ba) era de desfacer un nudo en mi propia persona y por tanto, comprender qué estaba pasando y por qué. En medio de todo esto llegó el yoga y blablabla.
Sin más, discutamos acerca de esa búsqueda a través del...

PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE

Sigue imaginando. En este caso ponte en la piel de un tal Heisenberg. Eres físico. En la comunidad científica de la que formas parte hay un bulle-bulle tremendo debido a que estáis gestando lo que posteriormente (o quizá ya) se llame Física Cuántica. Habéis llegado muy lejos. O muy profundo. Estáis a punto de tocar el cielo con las manos o más bien, lo cercano. Lo cercano y lo pequeño. Lo íntimo. Tenéis ya suficientes datos y suficientes experimentos como para enfrentaros a aquello de lo que estamos hechos. Queréis saberlo todo acerca del átomo y de los electrones, esas particulitas móviles dentro del propio átomo. Si lo descubrís estaréis cada vez más cerca de encontrar una teoría que lo englobe todo: el micromundo, el mundo y el macromundo. Queréis saber de qué parámetros se valió Dios en su Creación.
Esta tarde vas especialmente entusiasmado al trabajo. No le has dicho a casi nadie lo que estás tramando pero sabes que hoy es un día crucial porque como seas capaz de averiguar la posición del electrón en un momento determinado y su velocidad de giro puede que hoy sea el último día del mundo tal y como lo conoce el hombre. Mañana será el futuro. Mañana será otra Era. La épica se dibuja en tu sonrisa.
Cruzas la puerta de la facultad. Aun faltan décadas para que los acordes de The Eye Of The Tiger se compongan pero, quizá debido al plegamiento del tiempo, una parte de tu cerebro reptiliano es capaz de captar a través de los tiempos la determinación que inoculan sus ondas sonoras. Ahí estás. No sabes porqué pero aprietas el paso. Tienes prisa por llegar a tu despacho. En tu mente, sólo dos conceptos: velocidad y posición. Te lo repites muchas veces: velocidad y posición, velocidad y posición. Ya enfilas tu pasillo. Ya enfocas la vista en tu puerta. Velocidad y posición. Sólo estás a un metro. Velocidad y posición. Abres con ímpetu. Velocidad y posición. Hoy es tu día.

Como el que se deja el chocolate para lo último, habías dejado adrede la ecuación definitiva a medias con el fin de recrearte esa tarde en su resolución. Qué pájaro. Coges un folio nuevo y tu pluma favorita. Mojas la punta en la tinta y vas llenando la hoja de constantes y simbología griega mientras piensas por cuánto se subastará ese mismo papel dentro de unos años. Te vuelves a centrar. Despejas la velocidad de giro del electrón. Ya la tienes. Una nueva hoja para encontrar su posición. La llenas de algoritmos pero… ¿qué ocurre? No encuentras solución alguna. Repasas. Seguro que con el entusiasmo te has equivocado en alguna constante. No, parece que está bien. ¿Seguro? Repasas de nuevo. Nada. No hay certeza en la posición.
No pasa nada. Comienzas de nuevo el trabajo. Esta vez vas a empezar por la posición del electrón. Ecuaciones por doquier, flechas y símbolos. ¡Aquí está, claro! ¿Pero qué te ha podido pasar antes? Y ahora, con esa posición, te pones a calcular la velocidad del giro. Estás más tranquilo a medida que vas resolviendo. Ya estás cerca. Pero, ¿y esto? ¡¿Cómo que no hay solución ahora para la velocidad?! Y vuelves a intentarlo. Y confirmas que cuando tienes la posición, no tienes la velocidad. Y cuando resuelves la velocidad, la posición del electrón es una completa incógnita. El jodido electrón es verdaderamente escurridizo.
Tiempo después, algo avergonzado expones tus conclusiones en un simposium ante toda la comunidad científica. Más tiempo después, otros colegas concluyen en lo mismo que tú. No tenéis más remedio, si no queréis tirar todo el trabajo previo por la borda, que ser humildes y comprender que no se puede tener acceso al completo conocimiento de todo. Siempre va a haber algún poso de duda. Es probable que nunca la teoría cuántica devenga en certeza. Y bautizáis al inconveniente: Principio de incertidumbre. Dios os la había jugado.
.........
Volvamos al presente tras esta recreación muy personal de cómo acaecieron estos hechos ubicados en el primer cuarto del siglo XX.
¿Verdad que ya sólo con el título del post y con lo que llevamos, barruntas la conclusión? Para que luego nos digan que la física cuántica es difícil.
Descomponer el regomello. Que abandonara su cualidad pastosa y amorfa y darle claridad. Descubrir qué era y por qué estaba ahí. Autoconocimiento. Esa era la zanahoria que, cual terca mula, me dispuse a perseguir. Una persona inteligente y en su sano juicio se habría dedicado a vivir sin darle mayor importancia a la negrura, y los aconteceres probablemente habrían disipado las nubes. Yo podría haber sido esa persona inteligente, pasar olímpicamente y hacer como que estaba todo chupi-guay1 pero es probable que también en mi caso The eye of the Tiger resonara de alguna manera entre mis neuronas cuando decidí enfrentarme a ese Miura. Lo que ocurre es que una es menos impetuosa que los marca-paquete del video anterior (ahora sí le vas a dar al play, ¿eh?) Una es, más bien, moderada y elegantemente aguerrida, si se me permite.
Parecido muy razonable con el dibujito del primer plano

Ya te he contado que me empapé de todos los libros que caían en mis manos. Que con el Kundalini Yoga accedí a una nueva experiencia de mí. Descubrí que mis límites eran barreras imaginarias que podía mover hasta donde yo quisiera. Cada descubrimiento era digno de celebración y estaba acompañado por un iluso “¡sí, esto era, ya lo tengo!” o “claro, ahora todo encaja como un enorme puzzle sideral2”. Pero ahí, acechando a la vuelta de la esquina de mis vivencias, estaba la experiencia para confrontar la resolución de mis ecuaciones. Y el resultado solía ser una enorme indeterminación. "¿Pero cómo ha podido pasar de nuevo si yo ya pensaba que había resuelto este entuerto?"
Y vuelta a empezar. Me voy aplicando mi propia medicina en forma de meditaciones o series de yoga y a la par, pruebo toda suerte de “terapias” en forma de seminarios, cursos y lo que se tercie. Todos ellos me aporta algo. A todos les pongo la etiqueta de “definitivo” y todas las veces la euforia inicial vuelve a toparse con la realidad pura y dura. De nuevo llegan las dudas. La resolución está cerca, la sientes, pero no llega.
¿Y qué pasa, pues?
Pues pasa, alma mía, que te has topado nada más y nada menos que con el Principio de Incertidumbre, que viene a sentenciar sí, aquí también, que es imposible que desentrañes con certeza todas las incógnitas de tu vida. Precisamente porque es TU vida y se trata de un área tan íntima y tan cercana que no tienes acceso a su completa resolución. Los mayores enigmas se suelen esconder en el mejor sitio: delante de tus narices.
Acercarte demasiado a ti mismo, igual que acercarse demasiado a los electrones, hace que las variables se disparen. Como cuando acercas tanto la vista a algo que al final el objeto que enfocas termina por desenfocarse… (¿O soy sólo yo y mi leve estrabismo?)
Visto lo visto, ¿está todo perdido? ¿Tiramos la toalla? ¿Nos damos al beber?
No hombre, no. Qué habría sido de la física si Heisenberg y sus colegas se hubieran deprimido destilando trigo en alambiques clandestinos. Pues aquí tampoco. Como ellos, hay que echar mano de la humildad y continuar la vida asumiendo esa indeterminación.
Además, si lo piensas bien, el Principio de Incertidumbre lleva implícitas dos características bien interesantes con las que vamos a ir concluyendo el capítulo de hoy.
Por un lado, que no seas cien por cien cognoscible por ti mismo te da un margen para que pruebes otras opciones de ti a las que no te tienes acostumbrado. Invita a que te experimentes en otras situaciones que a priori no habrías ni considerado. Paradójicamente, esos otros múltiples TUS te ayudarán a acercarte mucho más a saber quién eres en realidad.
Por otro lado, implica perspectiva. El Principio de Incertidumbre se hace más notable cuanto menor es la distancia entre un problema y el sujeto que lo resuelve. Así, te será más fácil resolver desde el sofá de tu salón los tejemanejes que tienen que ver con la crisis y la corrupción o el por qué a tu primo le va mal en su negocio, que el problema que tienes en casa o contigo mismo. Por ese mismo motivo, no rechaces de plano la opinión que te dé alguien acerca de ti y tus cuitas. Quizá no dé completamente en el clavo, pero puede ser más que interesante su punto de vista.
Pero mira, entre tú y yo, no hay que irse tanto por las ramas para explicar todo esto. Una se puede empapar de teorías físicas, indagar en sí misma... y luego resulta que el acerbo popular ya postuló hace muchísimos años, mucho antes del primer cuarto del siglo XX, este Principio de Incertidumbre que hoy nos ha ocupado. No tienes más que acordarte de que Se ve mejor la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.

Que no te vengan a ti a decir que la Física Cuántica es difícil.


(1)   Me he criado en los ochenta, ¿qué pasa?
(2)   Cristina, esta frase es tuya y a ti me recuerda.